Leer "Los Pilares de la Tierra" cuando el Perú se encontraba inmerso en una de las más repugnantes campañas electorales que se hayan visto jamás, puede parecer a algunos un ejercicio de evasión un tanto frívolo, después de todo, ¿qué puede ofrecer la lectura de más de mil páginas sobre una Catedral gótica construída en el S. XI?.

En mi opinión, mucho. La novela de Ken Follet, "Los pilares de la tierra" ya tiene más de veinte años de antiguedad, es sobre un tema medieval y sin embargo, es capaz de subyugar al lector hasta la última línea. Cierto que ha sido escrita como una historia de intrigas alrededor de la construcción de una catedral y los juegos de poder en la sucesión de la corona de Inglaterra hasta llegar a Henry II, padre de Ricardo Corazón de León; pero es preciso admitir que es una pieza narrativa comparable al mecanismo de un reloj, donde todo hecho tiene repercusiones, muchas veces nefastas en la vida de los personajes principales.

Uno no puede dejar de identificarse con el incorruptible Prior Phillip, el hábil Jack y la orgullosa Aliena. Las dificultades que tienen que pasar a manos de múltiples y poderosos enemigos es sorprendente, y es difícil decir cuál es peor: desde la violación de Aliena, las múltiples intrigas para evitar la construcción de la catedral, hasta la injusta acusación hecha contra Philip hecha por sus enemigos que permitirá a la postre descubrir la verdad subyacente a todos estos hechos y lograr que la justicia triunfe.

Diganme si no es lo mismo que vimos en esa asquerosa campaña electoral, donde el candidato del Cambio fue blanco de múltiples intrigas por parte de poderosos enemigos en Palacio de Gobierno (saben a qué cerdo me refiero) o en la Dinoes (saben a qué Bacalao estoy nombrando). Y aderezandolo todo una prensa naranja dirigida por el grupo El Comercio que no titubea en poner las cifras que le da la gana en sus encuestas. Al final, el Candidato del Cambio al llegar a Palacio fue capturado por los grupos de poder.

No me caben dudas que vivimos tiempos medievales, y la misión de los peruanos con honor es esforzarnos para evitar que los operarios de la corrupción y la decadencia regresen. La victoria de Ollanta Humala sólo significó que la Esperanza venció sobre el miedo, pero no que llegase al verdadero poder, y sin embargo la sed por justicia sigue creciendo en el Perú, y probablemente, en algún momento sea satisfecha. Tal como soñaban el Padre Philip, Jack o Aliena para sus vidas. Ellos también lograron que la esperanza venciera al miedo y como consecuencia de ello muchas cosas cambiarion: entre ellas, que la tiranía no pudiera regresar. Es el final feliz que deseo para el Perú. El mismo que Ken Follet soñó para Kingsbridge.